Vendo cosas sin valor,
entre adobes y calamina,
esteras y cartón.
Vendo cosas sin valor,
estando vieja, con reuma,
artritis y una eterna depresión.
Vendo cosas sin valor,
viniendo de provincias
a un lugar sucio y pobre
en una ciudad horrible
olvidada por Dios.
Vendo cosas de poco valor
pero amo mi vida, a mi familia
y he dejado mi tierra hermosa,
para que alguno de mis hijos
logre ser mejor.
Rodrigo Mora Cárcamo ©