lunes, 28 de febrero de 2011

Rimas al viento

No es un título, son versos libres de historias pasadas

Solo con decirte
que no puedo
mirarte si no es de lejos,
porque sé bien
que ya no te puedo amar.

Como quisiera
que te acerques a mi puerta
y la arranques de raíz,
para que entres a mi casa
y cenemos los dos solos
y me vuelvas a hacer reír.

Como quisiera
que tu mirada
se pierda en el viento
y se esconda en el mismo hueco,
donde yo iba corriendo
para poderla encontrar.

Antes todo era hermoso
y solo con ver tus dos ojos,
yo podía ver más allá,
pero ahora la neblina gris
que has puesto entre nosotros,
ya no me deja mirar.

Si acaso soy inoportuno
y no veo más lejos,
es que debo decir que
me estoy volviendo viejo,
cuando me encuentro sin ti.

Como quisiera
que el suspiro
que exhalas en tu ventana,
sea solo para mí.

Rodrigo Mora Cárcamo ©

El que ha regresado

este poema es sobre un joven de otra historia:
"Era el mismo muchacho
de otra historia
que han contado,
que se fue
buscando alguna respuesta,
pues, no tenía nada
más que sueños en su cabeza."


-Te dije amigo
que el muchacho volvería.

-Pero dijiste, yo recuerdo,
que vendría cabizbajo
con el rabo entre las piernas.

-Mas lo dije caliente
por la pinta que tenía
porque mostraba altanero,
su hipócrita valentía.

-Y no recuerdas el color rojo del mar
reflejado en sus dos ojos
aquel día que se fue a navegar,
parecía un joven
de sueños muy airoso.

-Pero el mar viene y va
y la corriente lo quiere
pues si ahora está acá
es por mera suerte.

-Suerte la tuya, amigo,
que él no te escucha,
y ahora más bien escucha que ha traído
un mensaje para nosotros.

"Cuando me fui era un joven
que no sabía nada,
y ahora que he estudiado,
estoy más confundido.

Estoy sin saber bien
donde empieza o acaba,
pero estoy acá demostrando
que soy un hombre
y un hombre se para.

Quiero ver ahora las caras
de los que auguraban mi fracaso,
y ahora en el ocaso,
veo en todos asombro
porque he regresado.

Y es que un muchacho coherente
destila valentía,
si a su corazón no ha callado,
luchará con osadía.

Hay de ustedes
que no esperaban este día,
pues, aburguesados en sus tristes tronos
olvidaron qué es la vida.

Y llego yo con alegría
a cuestionar sus mandamientos
arraigados de sillón y burguesía,
¿qué hay de los sueños?
¿ideales? ¿anhelos?
¿han olvidado todo eso
que en su juventud
habían buscado?

Ahora vuelvo a mi camino
y si alguno quiere seguirme,
hágalo,
y súbase a mi barco."

Rodrigo Mora Cárcamo ©

Sobrepesado

este es un poema raro del 2007, espero que les guste

¿Hay acaso un modo correcto?
No me mires mal,
hago lo que debo.
¿Por qué haces preguntas de
las que conoces las respuestas?
Olvida tus sueños,
no vivas en mentiras.
¿Sabré acaso qué hacer con mi vida?
Toma tus maletas
y fuera de mi vista.
Triste final, ¿no? ¿Acaso lo esperabas hoy?
Deberías morir ya
para que no tengas bienvenidas.

Así la vida es un ciclo,
una tormenta desigual:
ser bueno demora
lo que estas vivo,
y sólo un segundo para
estar mal.

Pero claro que vale la pena
porque no se pueden comparar,
una recompensa materialmente enorme
no se acerca al infinitesimal gozo
de ver un alma pura sonriendo
por la alegría que le das.

Rodrigo Mora Cárcamo ©

viernes, 25 de febrero de 2011

Luz y sombra

No soy nada más
que ceniza en el piso
que suciedad en una loza,
que pereza en una cama
ahogándose en sueños que no son nada.

Nada tengo que ofrecer, solo tengo
cabello largo y despeinado,
ropa pasada de moda,
un monedero raro
que no cambia aunque pasen los años.

No querrás estar cerca
de un malabarista fallido
de un deportista engordado
de un poeta sin oficio
o de un pensador fracasado.

De qué me sirve saber mucho de todo
y no saber nada de nada.

Te dije que no importa,
si tengo un sentimiento
se consumirá con el tiempo,
y el tiempo será quién mate,
lo que por ti siento.

Déjame solo en mi mundo que te adora,
ya sabemos que no combinan
la luz con la sombra.

Rodrigo Mora Cárcamo ©

La noche después

Silencio absoluto
soledad en mi mundo,
oscuridad que me absorbe
y un dolor que me pesa,
en lo más profundo.

Que grande la tristeza
de saber que es imposible,
y aunque consiga
todos los regalos del mundo,
no seremos uno.

No miraré tus ojos de cerca,
mis labios no se tocaran con los tuyos
y tú, la mujer perfecta,
seguirás tu rumbo
y yo no seré jamás
parte de tu mundo.

Rodrigo Mora Cárcamo ©

Muerto en una madera

Este es un poema dedicado a Jesús en la cruz en una inspiración de un Viernes Santo

Los jornaleros molestos
han seguido su pecado
y ahora todo es silencio
en la ciudad muerta,
pues mataron al dueño de la huerta.

Las mujeres golpean su pecho
con los nudillos mojados
por lágrimas que salieron
de un corazón bueno,
que reconoció a Dios muriendo.

La corona está puesta
los clavos fueron clavados
y se alza el cuerpo,
de un Dios que nos amó
hasta el extremo.

Todo ha sido pagado
lo ha pagado con su vida
y la madre está a su lado,
con un dolor que la mata
aún estando viva.

El enemigo malvado
camina dichoso en la tierra
y es que está celebrando,
que Dios murió en una madera.

Pero brilla la esperanza
en la forma de una vela
brilla en medio de tinieblas,
es la luz de los fieles
que aún creen en Dios
y tienen fe en sus promesas.

Rodrigo Mora Cárcamo ©

jueves, 24 de febrero de 2011

El cuadrado

En este cuadrado
me voy a morir,
solo en unos años
se van a podrir:
mi carne, mis huesos,
mi piel y mi ser,
solo en cuestión de tiempo
voy a desaparecer.

Será la muerte más lenta
va a ser la peor,
pues como morirme si ellos me alimentan
tres veces al día traen comida a mi celda.

No habrán balas ni sables,
la muerte sola entra en mí,
y al final, día a día me muero
pensando en milagros para irme
pues mi corazón
de estar solo se muere,
porque nació para ser libre.

Recuerdo mis días libres ahí afuera
cada vez que veo por mi ventana,
mirando la playa tan lejos y tan cerca,
que mi alma llora
por no poder estar afuera.

¿Cómo entré a esta celda?
pregunta mi ingenuidad,
pero sé que opté por el mal
y ahora me pudro en vida
lleno de infelicidad.

Amigo! la vida es un conjunto enorme
de decisiones instantáneas,
o decides ser bueno con la gente
o te podrirás
en la celda que tengo al frente.

Rodrigo Mora Cárcamo ©

Locura de vida

Si en la mitad de mi vida,
se interpuso la muerte,
y de manera intempestiva,
cambió mi suerte.

No voltearé la mirada,
para llorar al pasado,
ni para dejar flores
en la tumba soleada,
que me han destinado.

Es como sentir
que veo el sonido
o que escucho colores,
y no quiero morir
tan solo y deprimido,
gritando mis sinsabores.

Para luego cambiar,
teniendo más barba y pelo
con un palo de amigo,
mirando gente irreal
con movimientos
de los que no soy dueño,
estando siempre cochino.

Me faltaran entonces
muchos dientes en la cara
andaré desnudo y enfermo,
viviré de lo que la gente done
al mendigo que siempre anda
como estando vivo
pero en realidad esta muerto.

Rodrigo Mora Cárcamo ©