miércoles, 26 de diciembre de 2007

Misma emoción, distinta vida

El camino es tan distinto,
a lo que había imaginado.
El mar de vino tinto
embriaga mi pasado.

"Ser feliz, no. Es muy difícil"
argumenté en las calles,
y preferí otras opciones,
emociones y aventuras, es más fácil
embriagarse.

El corazón se siente agusto,
cuando estas en aventuras,
pero ficción era mi mundo,
y las mañanas, amargura.

Era un ciclo tan igual
que insultaba mis ideas,
pues en el fondo de mi vida
vivía tal cual
un engranaje de máquinas,
máquinas tristes, deprimidas.

Romper con todo eso,
es lo que le propuse a mi ser
mas aún tengo el recuerdo,
y me genera mucha sed,
ya que me encantaba beber,
el vino tinto y amargo,
tener el corazón
latiendo fuertemente,
viviendo en una aventura,
en una aventura luchando.

Zapato tras zapato
gasté en mi inutil búsqueda,
algo nuevo, algo preciado,
algo tiene que haber
para redimir un alma impura.

Y... mis ojos se abrieron,
el sol quemó los párpados,
nuevos colores, colores buenos,
me miraron y me amaron.

Qué cosa rara ve mi vista,
olor lúgubre acaricia el olfato,
pero una extraña sensación
me va atrayendo e inundando.
Veo un niño y una sonrisa,
un dolor grande y más grande la alegría.
Mi corazón late muy fuerte
como en mis noches más profanas,
y mi alma antes inerte,
ahora, sin saber por qué, se siente amada.
Y es que no creo merecerlo,
mas acepto el regalo,
y mi corazón, ahora contento,
solo busca ser amado.

Rodrigo Mora Cárcamo ©

martes, 11 de diciembre de 2007

Mi todo es nada

Sé lo que soy,
sé lo que pierdo,
sé a donde voy
cuando me alejo.

Camino y camino,
siempre a lo mismo,
me alejo de lo que soy,
y en mi interior
hago turismo.

¿Cómo se pierde?
¿Cómo pierdo?
¿Cómo perdí?
Cómo hago
para vivir perdiendo.

Lo que gané
se va en picada,
y es que, junto al sol,
una vela no es nada.

No sé cómo pero volví
al hogar,
del que por estupidez pueril
llegué a fugar.
Ahora reafirmo quién soy
y eso es todo,
ya dejé de lado
la estupidez de antaño,
ya no escaparé de dolores
que traen dolores más fuertes,
ya empezó el cambio
dejando lo que me tenía atado,
ya huele a flores,
como anticipando
los nuevos años que serán mejores.

Rodrigo Mora Cárcamo ©

Payaso Intelectual

Persona poco profunda,
con 3 neuronas
y 4 libros en tu historial,
¿Acaso crees
que no eres superficial?

Atractivo a la carne,
mas no así en lo espiritual,
nunca vas por buen camino.
Eres un desastre
en lo esencial.

Fumador compulsivo,
gustas del café y charlar,
crees ser único y genial.
Mas si tu pensamiento reviso,
no dices nada en realidad.

Ya te cansaste de tu nota
rebelde y especial.
Eres un payaso que lee,
y te dices ser intelectual.

Rodrigo Mora Cárcamo©

sábado, 8 de diciembre de 2007

Mi ventana

Caminaste mucho tiempo,
al lado del peor varón,
mas en tu rostro seco
de aburrimiento,
nunca sonrisa se vio.

Saliste con otro muchacho,
el que te enseñó a mirar el sol,
pero, poco inteligente y volado,
se olvidó de ti
y nunca supo darte amor.

Lo dejaste en su universo,
y seguiste tu paseo en el malecón.
Siempre hay un chico con dinero,
la verdad, no sé cómo te conquistó,
intentó llevarte en su carro
para guiar tu corazón.

Lo dejaste, otra vez,
y sola,
sola vuelves a tu rincón.

Todo pasó frente a mi ventana,
y me pregunto:

¿Cómo será el final?
¿Seguirás con hombres estúpidos,
o volverás con nosotros Libertad?

Rodrigo Mora Cárcamo ©

Nudos en los dedos

En una noche hermosa,
pero a la vez tan fría,
hay una escena
que captó mi vista.

En medio de la plaza,
una mujer de polleras,
intenta dar calor
a su niño en la sierra.

Es tarde, y le ganó el sueño,
pero hay algo más grande,
algo que la mueve por dentro.
Su cuerpo duerme,
mas su corazón fuerte
le manda a las manos,
no soltar al niño amado,
mientras, lo que queda del cuerpo,
sólo trata de dar calor.

Cómo es de hermoso este acto,
que confunde a todo el mundo
y aún dormida
sus dedos en nudo
siguen dando Amor.

Rodrigo Mora Cárcamo ©

domingo, 18 de noviembre de 2007

Por si decido estar solo

Te mostré mi interior
y cerré los ojos
y me temblaron las manos
y me fui volviendo dulce
y se acabó lo amargo.
Te hablé de lo mío
y me acerqué al mundo
y desperté de ser niño
y empezé a ser adulto.
Te conté mis problemas
y te dejé ayudarme
y lloré amargamente
y traté de ayudarte
y dejé de ser cobarde
y cambié mis odios
y volví a hablar con la gente
y vivía contento
y te hablé con verdad
y creo que era felicidad
cuando contigo hablaba.

Y una piedrita
cayó de lo alto
y rompió mi castillo
de naipes construido.

Y cerré mi interior
y abrí los ojos
y escupí lo dulce
y fui amargo
y ya no hablé de lo mío
y me alejé del mundo
y maté al niño
y me volví inmundo
y no te dejé ayudarme
y no quise ayudarte
y tapé mis lágrimas
y fui cobarde
y recuperé mis odios
y no hablé con nadie
y fui infeliz
y me calmo la mentira
y me oculté del presente
y olvidé mi pasado
y se cayeron los párpados
para no creer en futuros
y se juntaron los dientes
y los secos labios
y se cayó el cabello
y se frució el ceño
y se pusieron firmes las manos
y se cerró el pecho
y usé más ropa
y se formaron arrugas
y una larga joroba
y desconfié de las piedras
y también de lo alto
y quemé los naipes
y cambié los castillos
y volví a las cuevas
solo, perdido.

Y te vi pasar
y seguías igual
con los ojos profundos
y la sonrisa tibia
y la palabra precisa
y un ardor por lo justo
y los brazos abiertos
queriendo ayudarme
y el espíritu dispuesto
y un amor desbordante
y parada en mi cueva
rogando que vuelva
buscas ser mi amiga
y sigues llamando
pero al ver mi odio
y ver tu dulzura
decidí ignorarte
pues,
te hará mal mi amargura.

Rodrigo Mora Cárcamo ©

viernes, 16 de noviembre de 2007

Alas mordidas


Abrir las alas,
sentir el viento,
rozar el agua
y llegar al cielo.

Romper las nubes,
seguir al sol,
volar muy alto
y ver a Dios.

Estaba en mí,
y no quise verlo,
tenía miedo
de salir de ahí.

Tantas lluvias
hicieron mis ojos
cuando vi a otros,
poder volar.
Tanto tiempo
esperé ahí solo
hasta que tu alma pura,
me quiso ayudar.

Profundos ojos
y suaves manos,
labios muy rojos
que solo saben dar.
Tus palabras blancas,
tu amor constante,
derrotaron al infame,
y le enseñaron a amar.

Pero el infame,
volvió a su isla,
mordió sus alas
y tapó su vista.

No mirar al cielo,
dudar del viento,
alejarse del agua
y cerrar las alas.
Mirar de lejos las nubes,
llorar al sol,
escoger el suelo
y vivir sin Dios.

Rodrigo Mora Cárcamo ©