lunes, 28 de enero de 2008

Tierra salada

No me quito esos ojos,
me pueden seguir,
cada noche,
temeroso
no puedo dormir.
Esos ojos azules,
me miran a mí.

En cada eco del mundo,
te puedo oír,
nunca estas lejos,
aún en el silencio más profundo
siempre estas ahí.

Cada vez son más
los sonidos y las luces,
y se acercan y me llaman,
y no sé qué hacer,
no lo he sabido antes
y ahora tampoco lo sé.

Que vergüenza
la que me aqueja,
no me quiero ni ver.
Morir, en eso pienso
en caer, y en el descenso
mirar el atardecer.
Pues, igual a mí
el sol se oculta,
y en rojo desenlace,
desaparece mi ser.

Pero prefiero rebelarme
de mi pena mordaz,
ponerme en pie,
salir adelante,
escupir la tierra tragada,
e ir más allá.

Las alas rotas
se curan, y me volveré
a lanzar,
he jurado tocar
el cielo,
y nadie, ni yo mismo,
me podrá parar.

Rodrigo Mora Cárcamo ©

2 comentarios:

Ricardo Milla dijo...

Como diría Huxley: "no vale la pena revolcarse en la culpa", y bueno, no somo chanchos, no estamos aqui para quedarnos en lo malo ya efectuado sino en limpiarse del barro y seguir adelante, arriba, o como quieras llamarlo. El último párrafo me gustó más.

Saludos,
Ricardo.

Rodrigo Mora Cárcamo dijo...

para todos los comentaristas de mi blog, voy a seguir escribiendo después de años de injusta ausencia